Y hoy de menú... pienso con piedras

Yo, soy de buen comer. Si dijera lo contrario estaría mintiendo. ¡Qué le voy a hacer! Me jalo todo lo jalable, o sea, que todo lo que mi estómago acepte... para mi está bien. No voy a hablar de mis gustos escatológicos, que supongo que serán reminiscencia de mis malos tiempos por el vertedero, digo yo. No soy muy fina comiendo, no, pero marrana tampoco. No contaré cosas desagradables.
La historia es, que me vale todo y cómo dice Juana: "parece que no te damos de comer y te matamos de fame". Y además tengo alguna que otra costumbre a las que me dedico cuándo no me ven, como por ejemplo, limpiar el suelo de la cocina con la lengua. Me encanta. A cualquier molécula que pueda quedar adherida a las baldosas, le saco provecho.
Otras veces, soy más osada y aguerrida y me atrevo a cosas más "peligrosas". Es algo, que cuándo lo hacía al principio me pillaban volando. Pero ahora pocas veces lo hacen. He pulido mi estilo y soy supersilenciosa. Pero el otro día pasó...y no lo he vuelto a hacer porque se enfadaron conmigo ( aunque puedo decir que se les pasa muy pronto). Os cuento: Después del desayuno, a veces no se sacude el mantel nada más terminar porque andan un poco acelerados por cuestiones de tiempo. Entonces, yo, aproveché la circunstancia del trajín, y sin que nadie me sintiera ni me viera, me encaramé encima de una banqueta y desde allí, con dos patas en la banqueta y las otras dos en la mesa me dispuse a dejar tan limpio de migas el mantel cómo me fuera posible. Pero, la mala suerte quiso que Juana entrara por la puerta de la cocina pillándome "in fraganti". Me dió dos azotinos en el culo. De esos que no duelen en el cuerpo pero si en el alma. Me llamó gocha y marranona.
Yo, sentí que me tragaba la tierra, y, corriendo fui a enroscarme en mi cama y me dediqué a mirarla con esa cara de cordero degollao que sólo yo se poner. Esa cara que dice..."no lo volveré a hacer, pero es que la tentación era tan grande!!!" Y por supuesto, yo cumplo mi palabra y de momento no lo volví a hacer, pero porque no quiero que me pillen otra vez (por lo menos de momento). De todas maneras, no se de que se quejan. El mantel quedó como recién sacado de la lavadora y no entiendo porqué, pero volvió otra vez a ella.
Pues todo este rollo viene a que soy una "fartona" incorregible, y que lo aspiro todo pa dentro cómo hace un oso hormiguero. Saco mi tubo de succión que es la lengua... y todo p'alante. Lo malo de esto es que trago sin masticar. ¿Sabéis cómo hacen los hamsters que acumulan la comida en los papos? Pues algo parecido. Hago cómo las palomas buchonas. Acumulo, acumulo y acumulo pienso sin masticar en la garganta y hasta que se me abre el estómago lo paso francamente mal, porque aquello no va ni p'arriba ni p'abajo.
Entonces, la semana pasada, que fuimos al vete a pesar a Iru, que estuvo muy malín del estómago y perdió mucho peso (5 Kg. ni más ni menos), se lo comentaron a Juanjo (nuestro vete), y les dijo que me pusieran unas cuántas piedras grandes entre el pienso para que no pudiera engullir mucho de golpe.
Según ellos, funciona, según yo, lo único que me hace es perder tiempo, porque yo sigo sin masticar, pero claro, por lo menos no me ahogo.
Y desde entonces, ese es mi menú diario. 
Pienso con piedras, pienso a la piedra, pierres avec pienso, stones with pienso... Las variaciones son infinitas, pero todas saben igual.

5 comentarios:

David dijo...

Me se de una perrita blanca que va a probar ese delicioso plato de pienso a la piedra, Juana, nos tienes que pasar la receta, jejeje.

Covilandia - LuayPompeya Galgas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Covilandia - LuayPompeya Galgas dijo...

Querida Martina, como dice aquella canción de Miguel Rios "a menudo me recuerdas a alguien..."
No digo por tragarse el pienso en bloque, que casi, si no por lo de arrebañar todas las miguitas de todas partes. Mi madre dice que tengo a Pompeya hambrienta, pero yo estoy segurísima de que no es así, que solo es un aspiradora, mi pequeño trol...
Mientras Lua se puede encontrar un bistec y no tocarlo por timidez, Pompeya puede comerse a Cristo por lo pies y luego rechupetear los clavos. En fin, sois así, como os parece, que le vamos a hacer.
Y lo de Iru? así que malito! Siempre será nuestro "pupas", que le vamos a hacer, tan grandón y fuertote y luego tan delicado.
Un abrazo.
Siempre paso un rato genial leyendo este blog, una risa!

Peralvin dijo...

Martina... como me decía mi abuela de pequeñin "tu puedes comer lo que quieras" porque luego lo quemas!!!...pero tia.....mastica un poco joerrr

Efi (la gata naturalista) dijo...

Vaya yo vivo con un gato aspiradora, mejor dicho, él vive conmigo!
Saluudos!

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