La galguina de Albertín.

Contra todo pronóstico canino (el mío), Martina hace tiempo que ha decidido a quién pertenece y se ha entregado en cuerpo y alma a Albertín.
¿Porqué? Yo, lo tengo muy claro, creo que es por dos razones. Una, porque son los dos igual de pesaos. Y dos, porque tienen una extraña fijación por los objetos de forma esférica. Ya sean pelotas, balones, bolas de papel...(cuándo Juana se enfada y desaparecen las pelotas, con un par de folios bien apretadinos les vale también), o cualquier cosa de forma semejante y que ruede por el suelo.
Son incansables. Así está nuestro pasillo, que parece la pista de pruebas de un todoterreno. Si la pelota va rápida, Martina corre cómo una loca detrás de ella y muchas veces acaba frenando contra la puerta del baño pequeño. Si la pelota va lenta, pués corre cómo una loca también, pero a mitad del camino va derrapando y va dejando la marca de "sus neumáticos" por el camino. Yo, observo prudentemente desde lejos, y a veces me animo a echar también una carrerina por el pasillo...pero una o dos, que yo no aguanto la caña de ellos ¡¡buff, me estoy haciendo viejo!!
Además, ella, cuándo me ve a mi correr un poco, interpreta que...¡¡hay guerraaa!!, viene hacia mi y me emburria, me pega con las patas de delante, pone el culo en pompa pa que le siga el juego y entonces yo me agobio un montón y me voy. A mi ritmo, que con el de ellos no puedo.
Cuándo Alberto por las mañanas sale para el cole, ella es la primera en despedirlo. Cuando vuelve, pues también es la primera en recibirlo, y tienen un ritual, que es el siguiente: el entra por la puerta, echa a correr y se para en seco...entonces ella llega a toda velocidad, frena y brinca para arriba cómo si fuera una rana, y en un ejercicio de perfecta coordinación, en la décima de segundo que dura cada salto que da, en el punto más alto, saca la lengua y aprovecha para chupetearle la cara un poquitín. Ella, feliz. Él, pa que os voy a contar.
Cuándo los ánimos ya están un poco calmados, entonces entro yo en escena. Saludo, él me rasca detrás de las orejas....yo meneo el rabo...y tan amigos.
En fín, creo que ella ha tomado la decisión correcta, porque son tal para cual. ¡Menudas dos patas para un banco! De esta manera se entretienen entre los dos y a mi me dejan un poco en paz.
Lo dicho... ¡creo que me estoy haciendo viejo!.

1 comentarios:

Covilandia - LuayPompeya Galgas dijo...

Genial este equipo formado por Martina y Albertín. La juventud, divino tesoro querido Iru, si no fuera por ellos que haríamos, verdad? Dan trabajo y dolores de cabeza... Pero son adorables.
Un abrazo para toda la familia XXL.

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