Febrero


El tiempo se arrastra lento, inexorable, sin prisa pero sin pausa. Y en esta cadencia de lentitud, sin quererlo, llega febrero. Febrero, el mes maldito; febrero, el mes negro. Más negro que una noche cerrada sin luna; más negro aún que una celda sin ventana en la que es imposible que entre un rayo de luz que ilumine la esperanza. Mes terrible para los galgos y resto de razas de caza: podencos, setters, bretones, bracos... Todos pasarán por esa criba involuntaria para ellos, a la que los sometemos porque sí la raza humana. Raza humana... Qué poco nos queda de esta condición. Somos depredadores ávidos y vulgares; no pensamos, no sentimos, sólo destruimos todo lo bello de unos espíritus nobles y puros, que se dejan siempre la piel para tener satisfecho a quien no lo merece. Ímprobo esfuerzo que nosotros pagaremos con el abandono (si el verdugo no es excesivamente cruel), con la tortura, la enfermedad, la soledad, el hambre y la sed devoradoras.
Ellos nos buscarán incesantemente y al mismo tiempo nos huirán, porque el miedo ancestral es grande, muy grande, y les acompaña la razón. Sus genes no les mienten con respecto a nosotros.
Y mientras el mes transcurre, miles de vidas se apagarán abandonados en los campos, en las ciudades, en las perreras, atropellados... Vidas que agradecerían que su agonía cesara de repente. Zas... y se acabó, todo. 
Pero la crueldad humana es insaciable, no tendrá límites y mientras, unas pocas manos, intentarán ayudarlos, casi siempre por encima de sus posibilidades; un número ingente, enorme, de otras "manos", seguirán abandonando, seleccionando quién sí y quién no es merecedor de una vida la mayoría de las veces muy triste, quién será merecedor de vivir un año más. Y el ciclo, comenzará de nuevo, con nuevos perros, nuevas camadas, que tendrán asignada fecha de caducidad en el febrero del próximo año. Febrero, marcará la diferencia. 
Febrero, mes maldito.
Maldito seas, febrero.



¿Por qué?

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