CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA...

Ayer, vi morir un perro. Hubiera deseado tener la opción de no tener que presenciarlo; no quería verlo, pero me tocó.
Ayer, vi morir un perro, de nuevo por culpa de la irresponsabilidad de un ser humano. De un ser humano que piensa que un perro atado a una correa, no es un perro feliz, sin darse cuenta que esa correa que sujeta al perro por el cuello lo sujeta también a la vida.
Hubiera querido no verlo. Pero un golpe seco me levantó del sofá al mismo tiempo que sonaba un alarido y la voz nerviosa de un hombre que intentaba desesperadamente encontrar el número de teléfono de su veterinario. El angustiado era el hombre que tuvo la mala suerte de cruzarse con el perro.
Yo no pensaba ni por lo más remoto tener que contemplar lo que me tocó ver a continuación. Vi al perro allí, en medio de la carretera tirado. Retorciéndose en una agonía que a mi se me antojó eterna, pero que afortunadamente para aquel pequeño ser no duró mas de un minuto... Y después su cuerpo se relajó y todo se terminó. Mientras, sus ojos nos miraban ya sin ver... Y yo, me quedé allí prendida en mi ventana, mirando sin querer, enganchada a aquella tragedia que apenas en un minuto había sucedido allí abajo, a escasos diez metros de mis ojos. Luego un torbellino de aire casi cubrió con hojas del incipiente otoño tu cuerpín inerte.
Y tus ojos abiertos seguían mirándonos sin vernos...
Vi las lágrimas desesperadas de una niña y la angustia de la persona que te atropelló. ¡Todo hubiera sido tan sencillo si hubieras llevado una correa sujeta a tu collar...! Descansa en paz, peque...
Ayer... vi morir un perro por culpa de la irresponsabilidad de un ser humano. Uno más...

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